Ruta circular que parte del Canto del Berrueco en las cercanías de la Hoya de San Blas. El primer tramo hacia Dante es muy bonito y fácil de seguir con vistas estupendas hacia el Embalse de Santillana. Al llegar a la roca Dante empieza una fuerte subida hasta coger la Senda Maeso, también con un desnivel importante. Había bastante agua de la lluvía caída pero la bota agarraba bien en la piedra porosa. Alcanzamos el final de la Senda Maeso, donde está el cruce que a izquierdas te llevaría al Yelmo, pero donde nosotros vamos hacia la derecha y en pocos metros volvemos a ascender unos metros. En un rato no muy largo, nos salimos del camino principal para empezar a bajar por una pseudo senda poco pisada pero que está en su mayor parte marcada con hitos. Este descenso no es apto para senderistas o grupos que vayan a pasear o caminar por la Pedriza. Requiere experiencia, uso de palos preferentemente y por supuesto GPS. La senda se va viendo pero van apareciendo diferentes barrancos y canales que te pueden llevar a lugares complicados y salirte de la senda hitada. Para Juancar y para mí, este tipo de sendas nos encanta. Estamos en medio de grandes rocas, preciosos canales, arroyos y gargantas que vamos atravesando con el GPS y tratando de seguir los hitos que poco a poco nos van dando seguridad en nuestro trazado. En esta zona no pasa apenas nadie y te sientes como Indiana Jones buscando una salida en el descenso. Hay momentos que tenemos dudas y tenemos que seguir el GPS para no meternos en grandes bloques o destrepadas con más riesgo, pero una vez que encontramos el camino correcto, el descenso no presenta ningún problema si estás acostumbrado al campo a través y te gusta la aventura un poco. Si no eres de este perfil, ni se te ocurra bajar por aquí. Vamos bajando durante un kilómetro y medio , y tardamos bastante, hay que mirar y buscar bien el trazado. A partir de ese kilómetro y medio, la senda empieza a ser más clara, el desnivel de bajada se suaviza y se empieza a abrir un poco el terreno. Ya nos aparecen praderas preciosas entre bloques de roca, pequeñas cascadas que brotan debido a las recientes lluvias y parece que estamos en un lugar mágico lejos de todo. Sin duda, uno de los descensos pedriceros que más me ha gustado hasta ahora, medio salvaje y medio virgen, poco gente va por aquí. Ya por fin, vamos acercándonos a la Raja que vemos con cuidado desde arriba y en breve estamos en el coche. Es una ruta corta de unos 13 km pero engañosa, tardamos seis horas y algo, se hace durilla por el tipo de terreno al bajar, y además previamente en seis kilómetros subes unos 700 metros. La considero difícil para la mayoría pero para los montañeros más acostumbrados a la Pedriza, perfectamente viable y tremendamente divertida y preciosa. Gran ruta en la Pedriza y poco conocida.