Nuestra aventura comienza en la encantadora ciudad de Burdeos. Salimos a primera hora de la mañana para dar un pequeño paseo y descubrir algunos de sus rincones más bonitos. Aunque sabemos que la ciudad merece una visita más tranquila y profunda, el tiempo apremia y tenemos que seguir adelante.
Desde el corazón de Burdeos nos dirigimos hacia el este, siguiendo el curso del imponente río Garona por su lateral izquierdo. La brisa del río y la lluvia nos acompaña mientras seguimos las marcas del Euroveló 3 y del Canal de los dos mares. A pocos kilómetros, llegamos a Latresne, un pequeño pero encantador pueblo dónde comienza la Vía Verde de Roger Lapébie, una ruta que promete momentos especiales. Esta vía nos invita a adentrarnos en la región de Entre-Deux-Mers, un paisaje que parece sacado de un cuadro: bosques frondosos que ofrecen sombra y refugio, viñedos que se extienden hasta donde alcanza la vista, y un aire de tranquilidad que invita a respirar profundo y disfrutar del momento. El trazado, que en realidad es una antigua vía de tren recuperada para el uso de peatones y ciclistas, nos lleva a través de caminos que parecen susurrar historias del pasado, con tramos que se mezclan con carreteras secundarias de escaso tráfico, ideales para pedalear sin prisas.
La última parte de la etapa, una vez que finalizada la Vía Verde de Roger Lapébie, se realiza por carreteras poco transitadas, con un desnivel algo mayor que hasta el momento. Finalmente, llegamos a La Réole, un pueblo lleno de encanto donde pasaremos el resto de la jornada. La Réole es conocida por su patrimonio medieval, con una impresionante iglesia y restos de murallas que aún se conservan, recordándonos su pasado como importante punto de paso en la región. Pasear por sus calles es como recorrer un pequeño museo al aire libre, donde cada rincón cuenta una historia. Después de un día lleno de paisajes y descubrimientos, pasaremos la noche en el acogedor apartamento Le Particulier - Appart Hotel, listos para descansar y soñar con lo que vendrá mañana.