La intención es subir con los coches hasta el punto de inicio de la ruta, que es justo al final de la pista forestal. Si no fuera posible, habría que dejarlos en la Tinada de la Cruz, con lo que se añadirían otro par de kilómetros a la ida, y otros tantos a la vuelta.
La idea es dar una vuelta de tuerca a la clásica subida que une el refugio de Miramundos con el Pico Mágina y la Peña Jaén, para introducir también la visita a las formaciones rocosas de las inmediaciones de las Fuentezuelas. Sólo por eso ya merece la pena la caminata, puesto que para acceder a ese lugar pasaremos por una senda llena de pinos laricios de gran porte que hacen muy amena la marcha. Además, el choque visual de las chimeneas de hadas y frailes convierten el entorno en mágico, con figuras pétreas que parecen modeladas por gigantes.
Desde las Fuentezuelas el sendero hasta Miramundos está claro, salvo en la parte final, pues acaba perdiéndose y hay que subir campo a través, pero sin grandes problemas, pues nuestro objetivo, el refugio, es bien visible. Este es el único punto sin vereda.
El paso más técnico y que hay que recorrer con precaución es el de las Rastras de la Beata. Son canchales en los que no hay que correr, para mirar bien dónde se pisa.
En el caso de que no se pueda hacer la ruta completa, hay un punto de regreso desde Miramundos. Justo en la bifurcación hacia la Hoya de los Tejos se puede decidir seguir hacia el pico Mágina o descender hacia el collado del puerto.